4 ago 2010

Las fiestas agostinas en el pasado

Las fiestas actuales han estado envueltas en la polémica de permitir
o no las cachiporristas. Foto Rodrigo Sura

Por: Iván Escobar

Hurgando entre algunos documentos y escritos de mi padre me encuentro con varios libros, entre ellos uno titulado "Estampas del Viejo San Salvador", documento histórico del escritor y periodista salvadoreño Julio C. Castro.

C. Castro fue un periodista documental quien a lo largo de su carrera periodística desarrollada en las primeras décadas del siglo pasado logró ganar mucha experiencia y conocer El Salvador de esos años, al final de su vida recopiló esa información en valiosas crónicas que hoy en día nos recrean el pasado.

Con motivo de estas fiestas patronales o agostinas como también se les conoce queremos en estas líneas recordar dos de las anécdotas que nos comparte éste escritor en la segunda edición del libro la cual fue publicada en 1978.

Y es que las festividades agostinas que se desarrollan cada año entre 1 y 6 de agosto, son en honor al patrono de la ciudad de la capital El Divino Salvador del Mundo, esta época es para muchos en la actualidad la oportunidad para dejar las oficinas, salir con la familia y, sobre todo, incurrir en muchos gastos que al final de las celebraciones si no hay cuidado se heradan más deudas en las familias capitalinas.

Además, el componente religioso sigue siendo un elemento transversal en las celebraciones, ya que como es conocido las fiestas surgen en conmemoración a la transfiguración de Jesucristo en el monte Tabor, de acuerdo a la Biblia y que fue retomado en la capital salvadoreña, como parte de la tradición religiosa.

Ramón D. Rivas, investigador salvadoreño, en su artículo "El Divino Salvador del Mundo y las fiestas agostinas en El Salvador", publicado en Diario Co Latino, en 2009, recuerda que "…No es hasta finales de 1500 —no se sabe exactamente la fecha— que llega la imagen, obsequiada por el emperador, del Divino Salvador del Mundo que se ocupa para la procesión de la transfiguración. Desde entonces hasta la fecha, la fiesta se celebra el 5 de agosto", contextualiza.

Y añade en ese mismo escrito que "…hay otros que afirman, —como es el caso Pedro Escalante Arce— que por esos años la iglesia de San Salvador se dedicaba a la Santísima Trinidad, no aun al Divino Salvador del Mundo. A fines de 1777, y de acuerdo a la información proporcionada por don Nick Mahomar, presidente de la Asociación Cofradía del Divino Salvador, el artista y devoto don Silvestre Antonio García esculpe la bella imagen del Divino Salvador, que es la que ahora recorre en procesión cada 5 de agosto la ciudad capital. Mahomar, dice que "en una especie de cariño y abuso de confianza, el pueblo lo conoce como ‘el Colocho’ ".

El corazón de la fiesta es 5 de agosto cuando se desarrolla la tradicional procesión con la imagen de Jesucristo que sale de la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús a Catedral Metropolitana, en medio de la multitud que presencia la Transfiguración. El 6 de agosto se desarrolla la Solemne Eucaristía, en la cual participa la población, autoridades y gobernantes.
Las fiestas inician el primero de agosto con el Desfile del Correo, cuyo significado es el anuncio de las festividades y el 3 de agosto es el Desfile del Comercio, un reconocimiento a sectores productivos de la capital.

Las actividades son organizadas por la alcaldía de San Salvador, con apoyo de sectores privados e instituciones públicas. La tradición se mantiene cada año entre los capitalinos.

En el pasado
El libro de Julio C. Castro nos ilustra en dos crónicas cómo se vivían las festividades agostinas a inicios del siglo XX. "Los bailes de gala la noche del 5 de agosto"y "Charla entre viejos amigos sobre las fiestas agostinas", dan una luz de esos hechos.

En esta última crónica C. Castro advierte que una costumbre no hemos perdido los capitalinos o "san salvadoreños" querer estar a la moda aunque no se tenga con que comer a la siguiente mañana.

"…Cada vez (la capital) va perdiendo su fisonomía alegre de otros años, pues, puede decirse que nuestras gentes ya no quieren pasar ese día de descanso en sus hogares, sino que debe hacerse lo que el vecino hace, es decir, salir fuera de la ciudad, a la playa, aunque el lunes no se tenga ni para el desayuno. Así somos los sansalvadoreños, queremos estar a la moda y no quedarnos atrás. Si la vecinita luce un traje sastre o unos pantalones acampanados, hay que hacer lo mismo, aunque haya que sacrificar el gasto diario", enfatizaba en la crónica, publicada en los 70´s.

Ahí mismo el autor cuestionaba cómo se perdían muchas tradiciones que hicieron de esas fiestas verdaderas celebraciones y espacios de intercambio con los amigos.
En forma irónica el escritor expresa "hay que irle rezando un novenario de misas a tales fiestas, pues de aquellas sólo el nombre ha quedado".

El escritor recuerda que las festividades se comenzaban a preparar desde el mes de mayo, con el nombramiento de las Capitanas de los nueve Barrios, quienes se encargaban de la las colectas y preparación de carrozas. A finales de los 70´s, las fiestas se fijaron entre el 1 y 6 de agosto, y el campo de la feria se ubicaba en "la Idem Internacional o sea en jurisdicción de Santa Tecla", registra el documento.

La inversión, hoy en día, de acuerdo al alcalde Norman Quijano, ha sido de $275 mil, y en 2009 se invirtieron $500 mil. En el pasado el gobierno aportaba un subsidio de 10 mil colones y el comercio aportaba con diferentes cantidades, la menor era de 500 colones. "Con lo cual se ayudaba también a los obreros, a los empleados del comercio, a los militares y a la Mayordomía, para que cada cual celebrara su día señalado…", recopila el libro.

"Ah, como recuerdo que desde el 25 de julio se iniciaban las fiestas con la salida del Correo y luego cada día le tocaba a cada barrio exhibir su carroza al mediodía…", relata.
Otro dato curioso del pasado es la falta de un campo de la feria, en sus inicios, los juegos mecánicos eran ubicados en la Plaza 14 de Julio y Primera Avenida, frente a la actual plaza Hula-Hula. También en el predio de la ex alcaldía y en la Plaza Zurita. "Es decir, todas las diversiones populares estaban en el propio corazón de la ciudad", dice Julio C. Castro.

Otra de las cosas que son recordadas por el escritor y periodista, son los bailes de gala. En el marco de las festividades se desarrollaban estos bailes de la clase media, en las dos primeras décadas del siglo XX, y que constituyeron una expresión de elegancia y romanticismo en la ciudad.

Los bailes de centros sociales se desarrollaban la noche del 5 de agosto, ofrecidos por la Sociedad de Empleados de Comercio, la Sociedad "La Concordia" y la "Confederada de Obreros", la jornada buscaba la dignificación de los gremios "y se trataba de hacer gala de refinada cultura".

Así se vivieron en el pasado las fiestas. Nuestros padres o abuelos las extrañan, hoy en día en donde el comercio es superior a la diversión.

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