Por: Daniel Trujillo (*)
No es necesario partir de una visión apocalíptica para valorar los efectos de los medios masivos sobre la cultura contemporánea, sino que basta con ser realista. Nos guste o no los medios inciden más que nunca en la educación de las nuevas generaciones, moldean gustos y tendencias en públicos de todas las edades, construyen la agenda de los temas sobre los que discutimos a diario, y hasta han cambiado las formas de gobernar y hacer política. Lo que antaño pudo ser una verdad parcial hoy tiene el tono de una verdad lisa y llana: los medios masivos de comunicación se han vuelto más gravitantes en nuestra formación cultural, en la manera de relacionarnos con el mundo y con nuestros semejantes, en los trajines cotidianos del trabajo y la creación, y hasta en la intimidad de la vida hogareña.
Cuanto mayor es hoy el peso de los medios masivos, procurar una evaluación de esa influencia y preguntarnos si esa influencia beneficia o perjudica a la cultura es lo que se tiene que reflexionar individualmente.
Reconozco que, por ser un país tercermundista la brecha digital, y por ende, la brecha cultural, es asimétrica como parte del proceso de ampliación de las asimetrías comunicacionales que distancian cada vez más a los países ricos de los pobres. Dentro de esas asimetrías destaca la posición hegemónica de Estados Unidos, en particular respecto a una América Latina que se asoma a sí misma en el espejo de CNN, prosigue su romance con Hollywood a través de Fox o HBO, expone a los jóvenes a subculturas del tipo MTV y se rezaga en la conectividad a unos medios interactivos en los que prevalece el sello norteamericano de origen.
Pero para tratar de frenar esta globalización mediática, algunos medios localizan y adecuan cada vez más los contenidos y los emisores a efectos de captar diversos segmentos de públicos.
Del mismo modo, habla de la segmentación de los emisores, de "actores que antes estaban confinados al silencio y la autoreferencia" y que ahora pueden ser productores de opinión gracias a algunos esfuerzos de medios que tratan de ser alternativos.
Los medios de comunicación son los principales productores de simbologías culturales que influencian nuestras vidas. Sin embargo se orientan más al entretenimiento y promover las manifestaciones "rosas" de las élites que las que generan conciencia, incidencia y participación ciudadana. Destaca que nuestra cultura globalizada fue formada a partir de la estadounidense, dando como resultado una sociedad sin identidad, llena de vacíos.
Para que los medios de comunicación puedan construir cultura, este tiene que ser plural, dándole el espacio a expresiones que los medios tradicionales no les dan el espacio.
Las expresiones de protesta a través de la música, poesía, pintura, teatro, entre otras son invisibilizadas por buena parte de las empresas mediáticas. Algunos medios, en el caso de La Prensa Gráfica, promueve concursos de jóvenes que escriben cuentos o poesia, pero todas esas manifestaciones no tienen ninguna incidencia que haga reflexionar al ciudadano o ciudadana, sino más bien, tratan de mantenerlos en el letargo mental que buena parte de la población tiene de la realidad.
(*) Daniel Trujillo
Periodista de Diario Co Latino
Ponencia durante la conferencia "La construcción de la cultura en los medios de comunicación", en la Universidad de El Salvador (UES).
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