Por Beatriz Castillo
El domingo 30 de septiembre fue un día difícil para mí y todo mi familia. Cuando menos lo esperábamos un infarto sorprendió a mi madre de 70 años, jubilada y con una pensión que en estos dorados tiempos de carencia no le alcanza para sobrevivir.
La emergencia generó alarma en toda la familia, el cardiólogo que la observó, después de pasar por dos hospitales uno público y otro privado, diagnosticó que había que intervenirla quirúrgicamente. Hacerle un cateterismo "porque de lo contrario las paredes que aun estaban sanas en su corazón seguirían siendo infartadas". El médico aseguró que la operación la realizaban pocas clínicas privadas y que si se trasladaba al Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS) donde también se realiza el "proceso sería más tardado porque tienen que hacer sus propios exámenes y ella podría morir".
“¡Ni pensar en un público donde todo sería peor!”, esa afirmación nos puso entre la espada y pared, la decisión de enviarla a un hospital privado donde son "más efectivos" era la más certera y así se hizo. El segundo hospital (privado) donde fue chequeada hizo la papelería después de cobrar 289 dólares por la aplicación de un suero y la revisión de un médico general, para trasferirla a un tercer nosocomio donde la intervendrían.
El problema a la hora de llegar al tercer hospital fue que la operación de cateterismo costaba entre nueve y diez mil dólares ¿nueve o diez mil dólares? Nos preguntamos, pero al final lo que importaba era la salud de mi madre que seguía en estado crítico por el proceso de infarto que la podría llevar a la muerte.
Al saber el costo que tendría la intervención localizamos a dos de mis hermanos que están fuera del país para consultarles de la recolección del dinero y se hizo como tradicionalmente se llama acá “la cabuda” para juntar el resto dinero de la operación.
Ya con el aval de la familia y el aval del médico, nos enfrentamos con otro obstáculo: entregar un depósito de 2 mil dólares que no teníamos de forma inmediata."La política del hospital es que antes de ingresar se debe de cancelar el depósito por razones de seguridad" dijo la secretaria de la recepción. Después de esas palabras la desesperación creció no teníamos los 2 mil dólares, y si no los teníamos no operaban. Pasamos media hora buscando que la "política" del hospital fuera más blanda con nosotros y poder entregar el dinero el lunes en horas de la mañana. Sin embargo, no hubo nada de flexibilidad, y mientras tanto mi madre postrada en la sala de emergencias “retorciéndose” del dolor por el infarto que llegó un día domingo con cierre de bancos y cero posibilidad de giros. Pero en la oscuridad llegó una luz, un médico estadounidense dijo que "mi mamá era una persona que se estaba muriendo y que su compromiso era salvar vidas" así que sería operada a pesar del cero depósito.
Después de dos horas mi mamá salió de la operación y a pesar que se tenían que esperar 24 horas de recuperación la amenaza de muerte se disolvió. Pero no se disolvió en mí el pensar que en El Salvador el dinero esta primero que la salud. Contrario a lo que pasa en grandes países como Estados Unidos, donde lo primero es salvar vidas, los cobros vienen después con los “bill’s” y las oportunidades de cancelar la deuda. Eso me hizo reflexionar y pensar en aquellas personas que no tienen familiares en el exterior o una posibilidad de juntar el dinero ¿Qué les queda? Esperar que su ser querido muera por la falta de dinero o por la negligencia de algunas políticas, médicos o enfermeras que si no ven a un paciente con el brazo en pedazos no los atienden. Creo que en el país sería necesario que el Ministerio de Salud o Estado vigilen o regulen las políticas, los cobros en los servicios, exámenes y medicamentos. No es justo que en este país el dinero sea más importante que la salud.
1 comentario:
Me parece muy atinado tu comentario. Mi madre es una maestra jubilada, desde hace unos 4 años la "atienden" en el ISSS por diabletes y otras cosas. Hace unos días estuvo enferma y nos tocó llevarla adonde un médico privado porque en realidad estaba muy grave, con una descompensación seria de nutrientes. El doctor dijo que lo primero era suspender las medicinas del ISSS (unas diez pastillas diarias de todos los colores) y le dejo unos suplementos nutritivos y otros medicamentos. A tocado pagar algunos exámenes y al final se determinó que no tiene diabetes!
El médico, un muy buen doctor y amigo de una tía, no nos ha cobrado y dijo que eso lo resolveríamos después. Mi madre pudo morir porque en el ISSS diagnostican mal y aparte, no atienden al ir grave.... pasó mi hermana como 4 horas con ella esperando en emergencias cuando decició llevarla a un médico privado.
No quiero ni pensar como hubiésemos hecho para pagar una operación en un hospital privado.
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