Por: Iván Escobar
Nuevamente el tema de conflicto entre comerciantes informales y las autoridades de la Alcaldía de San Salvador (AMSS), se vio reflejado en los últimos días.
Afortunadamente, los roces entre las gremiales de vendedores independientes y de la época navideña con la municipalidad no llegaron a pleitos campales, como en otras ocasiones.
Lo que sí quiero recalcar, es el hecho que la municipalidad asignó permisos y cobró impuestos a más de 40 comerciantes, que por tradición, se ubican en los contornos de la Plaza Gerardo Barrios –Plaza Cívica-, en el corazón de la ciudad, y al final les dijo que no los ocuparan. A cambio de ello les ofreció la Plaza Libertad.
La verdad, es que me preocupan estas decisiones, que al final reflejan discursos incoherentes y que ponen en duda el trabajo organizativo de una municipalidad.
Los comerciantes pagaron sus impuestos, lo cual fue puesto en evidencia en los diversos medios de comunicación, quienes que recogieron declaraciones e imágenes de los comerciantes con sus recibos pagados. Sin embargo la municipalidad al final les dijo “mire señor, aquí no puede vender…tiene que irse a otro lugar”.
Y no es que tenga, algo en contra de la municipalidad, pero el respeto a veces se gana en la forma como uno actúa con los demás.
Además la seguridad, digan lo que digan, no esta garantizada en la Plaza Libertad, donde a diario se reportan asaltos, al igual que otros puntos de la capital asediados por la delincuencia.
Personas particulares y los mismos comerciantes consideran inapropiado el lugar que la alcaldía quería asignar.
Al final se logró un acuerdo por la vía pacífica, y este viernes que llegué a la Plaza Cívica, me encontré con los tradicionales ubicados sólo en el contorno del parque, menos en la acera frente al Palacio Nacional.
Sin embargo, la acera oriente de la Catedral Metropolitana, esta invadida por un grupo de comerciantes, contradiciendo de esta forma la política de ordenamiento que busca la alcaldía, porque se obstruye el paso peatonal y aumenta el riesgo que un vehículo se lleve los puestos que están a la orilla de la calle.
Las interrogantes que surgen son ¿Por qué no se pensó en una propuesta más viable desde un inicio? ¿Era necesario llegar a los niveles de confrontación?
Se logró despejar por segunda ocasión, en este año las aceras del Palacio Nacional, aunque al final la Catedral pago su cuota.
No están lejanos los tiempos en que el centro era un campo de batalla, esperamos que este tipo de situaciones no se repita. Y a las autoridades la recomendación: primero hay que ver los pros y los contras. El tiempo de campaña se acerca, y errores como estos pueden lamentarse más adelante.
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