27 ago 2007

Hasta los medios son hipócritas

Por: Daniel Trujillo

No basta con que nuestros políticos y funcionarios públicos muestren, sin vergüenza, todos sus errores, para luego taparlos con unos cuantos actos de beneficencia barata y demostrar así cual cara de hipocresía auténtica; sino que también la gran mayoría de medios de comunicación ayudan a ese cometido.

Y es que el descaro de estar sometidos - en el caso de los espacios informativos - al poder político y económico contribuye al también llamado ‘cuarto poder’ realizar el pecado de la hipocresía.

Para muestra un botón. Muchos de ellos toman una posición muy purista, entendido como la defensa del mantenimiento de una doctrina, una práctica, una costumbre, en toda su pureza y sin admitir cambios ni conseciones en el sistema político, al afirmar que el periodismo no tiene que mezclarse con política, ni mucho menos con política partidista. Sin embargo, lo hacen todos los días en sus publicaciones, convirtiéndose así en hipócritas.

Hace un tiempo, el FMLN pagó un espacio en La Prensa Gráfica para publicar un comunicado donde expresaba su postura, y la de buena parte de la población, con respecto a los tres años de presidencia del mandato de Elías Antonio Saca.

El día de su supuesta publicación, el partido de izquierda se topó con la sorpresa cuando el espacio donde se encontraría su comunicado estaba en blanco. Ahora la pregunta es la siguiente: ¿Dónde está la libertad de expresión y de prensa que este rotativo promulga tener, cuando días atrás su dueño, presidente regional de la SIP, se pronunció por la no renovación del contrato de transmisión de RCTV en Venezuela, asegurando que era un atentado contra la Libertad de Expresión?

Mal hizo el periódico en no publicar el comunicado, ya que violentó, muy sutilmente, la Segunda Generación de la Declaración Universal de Derechos Humanos, en los que se garantiza los derechos económicos, sociales y culturales, mismos que protegen la Libertad de Prensa y el Derecho a la Información.

En este sentido, dónde quedan las libertades que ellos promulgan cuando el poder económico y político les dicta qué hacer con su línea editorial perdiendo, además de su ‘virginidad’, la poca o nula Libertad de Prensa existente en el país.

Con esto queda claro que las referidas libertades se hacen valer sí, y sólo sí, se violentan los intereses de los grupos de poder.

Cuando a las empresas mediáticas se les pide que cumplan a cabalidad los cánones estipulados para que la sociedad viva una Libertad de Presa y Expresión plena, éstos se rasgan las vestiduras diciendo que no se les tiene que vigilar, ya que eso atenta con ‘sus libertades’. Lo cual pone de manifiesto que no buscan la libertad como tal, sino más bien la de sus intereses.

Pero, el derecho a la Libertad de Prensa de la burguesía con los medios en su poder en un Estado tradicional, absoluto y mercantil, se ha pasado lentamente a un extremo: al monopolio de la comunicación en manos de dicha burguesía, ahora transnacional y globalizada, que ejerce un poder, nunca antes visto, sobre la opinión pública ciudadana, sobre todo de las masas antes no influenciables por la prensa escrita.

Es decir, se contempla el ‘poder’ de los ‘medios de comunicación’ y una ‘dictadura mediática’ que no sólo se sitúan sobre el Estado, sino también sobre la clase política misma.

De los tres términos del espectro comunicativo el Estado, la comunidad política y los medios de comunicación, estos últimos han sojuzgado a los otros dos, en nombre del "derecho a la Libertad de Prensa".

Entiéndase que la sociedad civil y las empresas privadas pueden tener derecho a la libre expresión pero dentro de los límites que estipula nuestra Constitución y las leyes correspondientes.

En principio, la función ideal de los medios sería la educación de la comunidad política en su identidad cultural, que, en realidad, son la prolongación de la escuela y la universidad, como otra institución social de formación del pueblo.

Sabemos que esto ha sido completamente invertido, pero no por invertido hay que olvidar el sentido de las cosas. Los medios son medios de comunicación, de una generación dada hasta la actual con conocimientos útiles y morales para fortalecer a la clase política.

De hecho, se han transformado en algo así como el mercado que muestra las mercancías del capital ante potenciales compradores, mediando programas atractivos para ganar la atención a la publicidad comercial.

Los medios son, actualmente, instrumentos de la empresa capitalista, convirtiéndose en la gran empresa que explota la comunicación. De tal forma que "adormece" la conciencia ciudadana con respecto a los grandes problemas cotidianos, reflejando la hipócresía.

Entonces, de un derecho a la Libertad de Prensa se ha pasado al monopolio despótico del mensaje cifrado, discurso de dominación antidemocrático sin contrapartida, sin competidor posible.

La clase política, uno de los principales causantes de la hipocresía, no puede ejercer su derecho a una información veraz, el tercer polo de la comunicación, junto a los medios de comunicación y el Estado. La comunicación, bien público esencial, ha sido secuestrada de manos de la ciudadanía, que como pasivo espectador es constituido en su subjetividad más íntima, en sus deseos, sus interpretaciones, su sentido de la existencia cotidiana, según la voluntad omnipotente de los medios.

Es una pena que esto pase en El Salvador y en muchos países de Latinoamérica. Lo único que se puede hacer para que se viva una verdadera libertad, no sólo de prensa y de expresión es que los medios de comunicación, como lo ha planteado el periodista Mauricio Funes, adopten la ideología de la verdad, para que la misma ejerza su poder liberador y termine de una buena vez la crucifixión de la

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