Por. Iván Escobar
Las elecciones del 18 de enero transformaron la realidad política en El Salvador, definiendo cuales son las fuerzas políticas, numericamente y las fuerzas que enrealidad definirán el trabajo político de aquí en adelante.
Y es que esta claro que las elecciones municipales dejaron un ganador en cuanto a resultados, ya que ARENA como en otras ocasiones obtuvo más de 150 alcaldías de las 262 a escala nacional; el FMLN logró un poco más de 90 alcaldía apoyado con las coaliciones con partidos como el CD y PDC. Pero claro el principal triunfo se lo llevo el partido oficial, ARENA quien recuperó después de 12 años la alcaldía capitalina, dejándo al partido opositor con un fuerte golpe.
San Salvador es un municipio codiciado por todas las fuerzas políticas, y ARENA desde luego no iba a dejar perderla. Desde mi punto de vista considero que la izquierda no previó una derrota, es más consideró que la figura del candidato presidencial Mauricio Funes, sería suficiente para garantizar el triunfo de una de las administraciones municipales que mucho ha dejado que desear.
Y no lo digo por la alcaldesa, sino por las personas que al final integraron el equipo de trabajo, pero que al final dejó mal parada a la alcaldesa Violeta Menjivar. Algo que fue aprovechado al máximo por Norman Quijano, candidato oficialista, y quien logró llegar a la alcaldía, ofreciendo soluciones al transporte público, al comercio informal, y otras ofertas que el electorado capitalino recibió con cierto interés.
Mientras que en el terreno legislativo, esta más que claro que la mayoría de votos se los agenciaron el FMLN y ARENA, a unque el gran ganador fue el PCN, quien la elección real le dejó con cuatro de los 84 escaños, aunque el "oscuro" sistema de cocientes y residuos que se tiene el sistema electoral salvadoreño, le permitió obtener al final del escrutinio 11 legisladores, lo que significa que serán los diputados que definirán las votaciones simples (43) y calificadas (56) de la legislatura 2009-2012.
Ahora que estamos a las puertas de los comicios presidenciales, la derecha ha definido una nueva estrategia, en la cual se esta potenciando al candidato oficialista, Rodrígo Ávila, quien además cuenta con el respaldo de los grandes medios de comunicación que estan dando aval al plan de gobierno, que fue presentado la semana pasada.
El FMLN ha continuado estrictamente su campaña presidencial, dejando en claro que el mensaje es que se han convertido en la primera fuerza política, tienen más alcaldías de las que ganaron el pasado período, y además cuentan con más diputados. Aunque ahora la realidad es otra, y la campaña se ha tornado más polarizada que antes.
ARENA y FMLN se han convertido en los dos polos de batalla electoral, dejando anulados a los partidos PDC y PCN. Aunque la derecha en estos momentos esta apostándole a la segunda vuelta, tomando en cuenta que las últimas encuestas no le han permitido sobrepasar en las preferencias electorales al partido de izquierda.
El partido oficial quiere apostarle a la segunda vuelta, considerando que esto le permitiría ganar ampliamente ante el FMLN, consiguiendo la unidad de todos los partidos de derecha, es decir sus tradicionales aliados el PDC y PCN. Incluso la semana pasada se habló hasta dejar fuera de la contienda a sus candidatos para definir desde ya una medición de fuerza entre los dos partidos grandes.
Lo que esta quedando claro es que la motivación de la gente, el interés de participar se esta perdiendo, lo que puede llevar a un proceso de elección altamente polarizado, con pocos actores y que podría impactar negativamente en la sociedad producto de los resultados del 15 de marzo.
Las elecciones son cruciales, tanto para ARENA como para el FMLN; el primero porque necesita continuar demostrando que es el partido que ha sabido gobernar en los últimos 20 años, mientras que el segundo se encuentra a las puertas de un triunfo, con un candidato que sólo en los comicios pasados le permitió retener importantes alcaldías, pero insisto esto no le valió para retener San Salvador. Es decir enfrenta mayores retos.
Y es que la capital, es simbólica ganarla, ya que un partido puede ganar 10, 25 ó 50 alcaldías pero quien si gana San Salvador, logra un golpe certero al partido oponente. Los salvadoreños deben ahora además de definir del nuevo gobierno, reducir los niveles de polarización existentes.
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